El modelo económico mundial está sometido actualmente a un cambio tan radical como imprescindible si se aspira a cumplir con los objetivos de sostenibilidad medioambiental de la agenda global marcados en el Acuerdo de París con el compromiso de rebajar el incremento de la temperatura a 1´5 ºC reduciendo la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero. Para cumplir esta meta sería necesario entre 2020 y 2030 reducir las emisiones, al menos, un 7´6 % al año, según los cálculos de la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, la irrupción de la pandemia en el año de partida frenó la economía mundial y las emisiones de gases sólo se rebajaron un 5,8 %.
El objetivo de París convive con la política europea de lograr la neutralidad climática o de cero emisiones para el año 2050 defendida por Bruselas y que cuenta con el apoyo del gobierno de España. Para ello se necesita cambiar del modelo económico sustentado en combustibles fósiles a las fuentes de energía verde que en la actualidad sólo constituyen el 20 % de la energía consumida, aunque se espera que para el año 2030 ese porcentaje sea del 40 %.
Lo cierto es que con el actual nivel de fuentes renovables no es posible cubrir las necesidades de consumo de energía y los costes de la electricidad, del gas y del petróleo están disparados, con una subida de precios del 5 % de media en la zona euro durante el mes de enero, según los datos de la Oficina Estadística de la Unión Europea. En este escenario, la demanda de minerales y materiales necesarios para la tecnología limpia aumenta de manera incesante y simultáneamente se imponen límites a la oferta para alcanzar el compromiso de frenar el cambio climático con la descarbonización. Esta tensión ha derivado en la que se denomina “Inflación Verde” o “Greenflation” que desde el Banco Central Europeo se advierte ya como un problema estructural que va a estar presente desafiando seriamente el proceso de transición sostenible.
La hiperinflación está afectando a minerales que son esenciales para el sector de la tecnología, como el litio, el aluminio y el cobre. En el caso del cobre, por ejemplo, su empleo es imprescindible para la fabricación de coches eléctricos y el coste ha subido un 30 % pero la apertura de nuevas minas o la ampliación de las existentes están limitadas porque afectan al medioambiente como sucede, de forma similar con el aluminio, otro de los componentes esenciales para construir los paneles solares. Otro de los materiales que ha visto disparada la demanda es el acero, con una subida de precio del 35 % y cuyo empleo en la construcción es fundamental al igual que la madera y el vidrio. En términos globales, las materias primas necesarias para la construcción han encarecido un promedio del 22 % los costes de las obras lo que está afectando también al mercado inmobiliario cuyos precios han aumentado un 15´3 % a consecuencia de los mayores costes de construcción y de la escasez de materiales que sería la causa la inflación verde al subir los precios afectando a toda la cadena, desde la producción hasta el consumidor final.
La Greenflation era hasta un punto previsible en el complicado camino hacia la transición verde que es el único posible para lograr un futuro sostenible gracias a las energías renovables y a eliminar el impacto de la contaminación del planeta. En relación a esto, y gracias a nuestra herramienta, podrás comparar tarifas de luz 100% renovable.