La crisis internacional iniciada a raíz de la invasión en Ucrania ha acelerado aún más la escalada de precios en el sector de la energía que los países intentan frenar a través de varias vías que incluyen la exploración de alternativas de suministro y la adopción de medidas. Entre tales medidas, España plantea un plan para intervenir el precio de la luz en el mercado mayorista de la electricidad limitando el coste del gas y los combustibles fósiles.
La alteración de precios se debe a la utilización del gas en la producción de electricidad, por lo que cada euro que sube el precio del gas tiene un impacto inmediato en el mercado mayorista de la luz. De ahí que el reto compartido por los Estados Miembros de la Unión Europea pasa por alcanzar la autonomía energética e incrementar la competitividad a través de las renovables lo que repercutiría en la estabilidad de precios, además de los beneficios en términos de eficiencia y sostenibilidad. El primer objetivo es la descarbonización para lo que España cuenta con una posición aventajada al ser un país con alta capacidad de generar energía de origen renovable, cómo la solar y la eólica que ya producen el 50 % de la electricidad necesaria. Sin embargo, el talón de Aquiles en nuestro país para avanzar en la transición es el transporte, actualmente responsable del 25 % de emisiones, por lo que se precisa un cambio urgente a la movilidad eléctrica. También son puntos vulnerables el uso mayoritario de combustibles fósiles, tanto en el sistema de calefacción de la mayoría de hogares como en la producción industrial y agraria.