El precio de la electricidad es uno de los grandes caballos de batalla de cada gobierno, mientras que los consumidores luchan para ahorrar unos pocos euros en la factura de la electricidad cada año. Mientras que en cada casa las cuentas se cuadran con electrodomésticos cada vez más eficientes que se utilizan en las horas más económicas, el Gobierno intenta reducir el coste del recibo antes del invierno suspendiendo varios impuestos directos.
El precio de la electricidad aumentó un 26% entre 2010 y 2017 a 217,17 Gwh, según un estudio preparado por la EAE Business School, con una media anual del 4%. España es el sexto país con la electricidad más cara de Europa, con un precio de 0,21 euros/kWh, de los cuales el 17,6 % corresponde a los impuestos. Alemania encabeza la clasificación con el 0,30% de euro/kwh, de los cuales el 54% corresponde a los impuestos.
Sólo el 15 de octubre, el precio de la electricidad alcanzó de nuevo los niveles máximos, alcanzando los 78,89 euros por megavatio/hora (Mwh).
El coste de la electricidad se caracteriza por varios factores y la explicación la puedes encontrar dentro de la categoría de noticias de nuestro blog y artículos como el de ¿Por qué siguen aumentando los precios de la luz y el gas?
Al final, esos factores son los que se reflejan en la cuenta final para el consumidor y se demuestra al comparar tarifas de luz. Sólo el año pasado, el coste de generación de electricidad representaba el 28% del total, el 30% representaba el transporte frente al 42% que implicaba costes de marketing, impuestos y tasas.
La generación de energía sigue siendo costosa porque el peso de las energías renovables es todavía poco importante. Por ejemplo, sólo la energía eólica ha alcanzado una cuota del 4% de la producción mundial.
El sistema eléctrico español experimenta un aumento progresivo de sus precios por varias razones. En primer lugar, la importancia de los costes de comercialización y otros suplementos.
Por otra parte, algunos desequilibrios en la capacidad de generación en los que existe un conflicto entre la capacidad real de producción renovable y su disponibilidad real. Esta combinación con la reducción de la capacidad en algunas fuentes convencionales está obligando a utilizar, más de lo deseable, unidades de producción con costes marginales más elevados, que aumentan el coste de producción del sistema y aumenta la ineficiencia en términos de emisiones de CO2″, según el profesor Miguel Morales, autor del estudio.
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